Hace unos días el cineclub de la Associació Cultural de Granollers proyectó Kiseki, de Hirokazu Koreeda, y aficionados como somos al cine asiático decidimos ir a verla.
La película nos cuenta la historia de Koichi y Ryunosuke, dos hermanos de 12 y 10 años que son separados a raíz del divorcio de sus padres. Koichi va a vivir con su madre y sus abuelos a Kagoshima, una ciudad permanente inundada de las cenizas de un volcán. Mientras que Ryunosuke vive en Fukuoka con su padre, un músico con un estilo de vida desordenado y pasota. A pesar de los kilómetros que los separan, los dos hermanos hablan diariamente por teléfono, manteniendo viva la esperanza de volver a vivir juntos. Sólo un milagro podría hacer que algo así ocurriera, así que con la inocencia propia de los niños trazan un plan para que tal milagro se haga realidad. La llegada del hermano mayor a Kagoshima coincide con la inauguración de la nueva línea de Shinkansen que unirá la ciudad con el resto de la red de alta velocidad. Koichi escucha en la escuela que cuando los primeros Shinkansen se crucen la energía será tal que se cumplirán los deseos de quien esté cerca y ve la gran oportunidad de recuperar su antigua vida que tanto echa de menos. Así que con la ayuda de amigos y familiares los hermanos emprenderán su camino en busca de un milagro.
Pese a tratar un tema tan delicado como las rupturas familiares, se trata de una película libre de dramatismos y pretensiones. Al ser los protagonistas niños, la percepción que tienen de los problemas así como de la forma de solucionarlos es de lo más inocente, mágica y simple. Sin lágrimas. De hecho, despuntan muchos toques de humor inesperados.
Tanto personajes principales como secundarios se hacen de lo más entrañable, despertando en todo momento sentimientos de mucha ternura. Además la actuación es impecable, sobretodo la de los más pequeños.
Muchas veces el cine asiático peca de ser lento en su desarrollo, sin embargo el ritmo de Kiseki es perfecto. La película no se hace ni lenta ni pesada en ningún momento. Además muestra un Japón muy distinto del que estamos acostumbrados. Lejos de Tokyo, el urbanismo, la vida e incluso la gastronomía nipona son muy diferentes de lo que creemos.
ENTREVISTA CON EL DIRECTOR:
¿Por qué decidió titular Kiseki (Milagro) a la película?
Cuando buscábamos una historia y decidimos centrar la trama
alrededor del momento en que los shinkansen (trenes bala) se cruzan, fue
la primera palabra que me vino a la cabeza. Es muy simple, pero me
parece un buen título. Me sorprende que no haya una película japonesa
que se llame "Kiseki". Los niños, su forma de desenvolverse, el
equilibrio que hay entre ellos fue realmente milagroso.
¿Qué significa para usted trabajar con niños?
Me gusta
que no sean completos y que su presencia no sea totalmente equilibrada.
Cuando filmo a niños en películas como Kiseki (Milagro) o Nadie sabe me
hace pensar en muchas cosas
Empiezo a ver la sociedad a través de los ojos de los niños, de su
existencia. Quizá se deba a que ahora soy padre. Todos los adultos que
aparecen en la película se comportan como yo quisiera comportarme.
Quiero ser un adulto que espera tranquilamente a que sus hijos vuelvan
de sus aventuras.
La película desprende la sensación de un adulto abrazando a un niño.
Los
lugares como la biblioteca o la oficina de la enfermera son refugios
para los niños. En estos sitios, nadie les juzga ni dependen de sus
notas escolares. La presencia de los abuelos dentro de una familia
también es un refugio. Quería que los niños tuvieran un lugar donde
relajarse y sentirse seguros. De pequeño, me caía muy bien la
bibliotecaria y me convertí en un ratón de biblioteca. También pasaba
mucho tiempo en la oficina de la enfermera (ríe).
¿Por qué le pidió a Shigeru Kishida, del grupo Quruli, que compusiera la música de la película?
Mientras
escribía la escena en que los niños corren, se me ocurrió que quedaría
bien un tema de Quruli. Así nació la idea, y después no me apeteció
llamar a nadie más para hacer la música. Soy incapaz de explicar por
qué, pero la música de Quruli y los niños encajan muy bien. Le pedí a
Shigeru Kishida que viera la primera versión, aún sin cortar, y pareció
gustarle. Al final, me dijo: "Ya tengo tres canciones para la película".
Luego vio la segunda versión, bastante más corta, per su reacción fue
categórica: "¡No!" Según és, el tiempo de los niños en la pantalla no
debía depender de la manipulación ni del montaje realizados por adultos.
Como estaba de acuerdo con él, decidí volver a la primera versión.
¿Qué obtienen los niños al final de su aventura?
En la
escena en que todos corren por las escaleras de la estación de
Kagoshima, Seinosuke, que da vida a Makoto, me dijo: "¿No puede hacer
que el perro Marble vuelva a vivir para que sea un final feliz?" (Ríe)
Le dije que no era un final triste. Koichi y sus amigos piensan en el
mundo durante su viaje. Aprenden que aunque se pida un deseo, no
significa que el mundo vaya a cambiar. Luego regresan a casa. Es
probable que sus padres no vuelvan a estar juntos y Marble no volverá a
vivir. También aprenden que te puede gustar alguien, per que tú no
gustes a esa persona. Si han aprendido que todo esto es parte de la
vida, entonces crecerán como personas. Las emociones cercanas a la
desesperación pueden ayudar a crecer. Personalmente, creo que ese es el
milagro de la vida.
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